El
viento no ve, juega
a
llevarse los momentos diáfanos, eternos
suceptibles
esbozos de la vida.
Tropieza
el viento
gallinita
ciega sin benda,
trastabillea
en la cabellera
de las
niñas.
De allí
a un
mundo más claro;
los
altos balcones del ensueño
donde
el viento
se para
en sí mismo,
abraza
su centro
y las
llamas del movimiento
se
prenden en mi hoja.
Beatriz
Osornio Morales, imagen de la red.