Antes me agitaba un
poco el ánimo que dijeran que mis letras se han vuelto preciosistas. ¿Cómo
va a ser? siempre me he preocupado de que lo que escribo llegue y sea entendible
a personas de distinto nivel intelectual, sobre todo sigo escribiendo para los míos. Si ellos no
entienden, lo que escribo pierde sentido para mí. En eso me venía basando desde
el principio. La cosa es que con el tiempo, nuestros procesos pueden ir
cambiando a la par de experiencias que nos van involucrando en nuevos
descubrimientos.
Entre pensamientos y
argumentaciones me fui convenciendo de que la misión de un escritor, sobre todo
la de un poeta, es expresar lo que somos y sentimos, lo que son los demás, lo
que es una palabra, un armadillo, la nube, una gota, el rayo, una mujer, padre,
niña, madre, hijo, amapola, ortiga, flor. Y con expresar no me refiero a
definir en conceptos, para eso están los lingüistas y filólogos; con expresar
me refiero más bien a manifestar con y desde la esencia del ser. Es posible que
ello implique un proceso de percepción particular, largo o corto, directo o
elaborado. El refinamiento es parte de la historia evolutiva de la humanidad.
Pero la catalogación
de “Poesía preciosista” me parecía demasiado insensible, por tanto inquietante.
Ayer leí en una
conocida red social, el comentario de una amiga a la que tengo muy cerca de mis
afectos, en su comentario utilizaba la palabra “constipación” lo que
inmediatamente me causó una sensación de fealdad. En el contexto está bien
utilizada (para referirse al bloqueo emocional y expresivo que suelen atravesar
los escritores más de una vez en su vida)
mas mi percepción estética se vio contrariada, lo que más tarde me llevó
a pensar que quizá algo hay de cierto en lo del preciosismo poético, si es que
ocuparse de buscar sonidos agradables acordes al contexto, estilizar un poco
el lenguaje de la brutalidad emocional con que a veces nos envisten las
experiencias, trabajar su contenido, es preciosismo,
soy preciosista, aunque más que preciosista creo
que soy artesano.
La honestidad no está
en juicio cuando se conserva lo esencial del mensaje, cuando se logra vencer
nuestra limitación en el conocimiento lingüístico y logramos expresar con veracidad y de un modo
satisfactorio lo que hemos querido decir.
Y si mi amiga lee esto
y de algún modo le afecta, debo decir que no hay motivo ni razón. Hay que
entender que todos tenemos preferencias en cuanto al uso de la lengua,
determinadas palabras que utilizamos constantemente, y otras que evitamos a
toda costa: “constipación” es una de esas que me disgusta desde su constitución
fonética. La bisílaba intermedia “tipa” es un salto brutal que yo evito.
Cuestión de gustos quizá.
Beatriz Osornio Morales, Abril 2012,