Ver llover es
aferrarse a la memoria, una ciudad
se siente
abandonada en la noche del grito, mientras
las presencias
vacías piden “justicia” desde su
ausencia.
Por aquí sólo pasan golondrinas mojadas,
escapan de la lluvia antes de que sea torrencial;
Eso me hace pensar
en mi lugar vacío por tanto
tiempo, allá en la
plaza de mi ciudad callada,
a unos años de
haber caído granadas
de no se sabe dónde.
Creí que aunque yo
no estuviera presente
al final del verano,
llegaría el otoño
a dorar el paisaje
con su manía de luz y viento
en los campos de
mirasoles, en los edificios,
pero me alcanzó la
lluvia como a las golondrinas,
y tuve que ceñirme
los ojos a esta pared oculta
por donde veo la
ciudad cubierta de bruma,
sepia y gris,
mientras recuerdo que jugábamos
un grupo de niños y
yo, a convertirnos en ángeles
saltando en los
charcos del pavimento.
El tiempo no es la
justicia…
La justicia toma
significado en el grito de los tumultos,
hoy no asistieron a
la hora patria, porque
Quieren venganza
(justicia) para sus muertos, ya no piden
pensar en mejores
oportunidades para los vivos.
¿Qué es la justicia
después de todo, después del verano?
Ver llover es la
perfecta explicación de las cosas
traídas a cuento por
el recuerdo, o por la borrasca
disuelta en un
silencio que se bebe sorbo a sorbo.
Este año, llegó la hora del grito con lluvia, después…
por aquí sólo pasan
golondrinas mojadas.
Beatriz Osornio Morales