No había nada más allá del umbral
como lo presintió el temblor de la hoja.
El dintel seguía siendo traspasado
en su sitio de inmovilidad casual.
Solo un vientecillo que juega a
cruzar
se hace invisible, corre y se esconde
de la lluvia que a entrar no se atreve;
con los personajes entran sus formas.
Los pasos que cruzan el umbral, ruedan
simetría en el sonido de otros
pasos,
avanzan por las soñolientas calles
de una ciudad que descubre la luz ardua.
El árbol es testigo silencioso
de los que van y vienen por el portal,
los pasos conjugados le son familiares
y solo se estremece ante el vago viento,
o uno que otro, triste y apurado gato
que se desliza por la sombra del día.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.
16 comentarios:
Y después, como cantó el Flaco, "no queda más que viento"... Un abrazo.
Y todo con el viento de testigo.
Un abrazo.
UNA CADENCIA DE BRISAS.
UN ABRAZO
Increíble tu poema... si nos ponemos a pensar desde "el aquí" en "el allá", y cuántos misterios para quien se atreva a cruzar límites, como éste, creados por el hombre: una puerta, que viene a representar retos,por ejemplos, horizontes, tal vez...y expone temores, y en el mejor de los casos, reúne esperanzas...
Me encantó.
ABRAZO GRANDE, Y BESOS.
Ese silencio, esa tranquilidad, ese pequeño resoplido. Un escrito que transmite. Un abrazo compañera.
Ya quisiera ser el testigo silencioso de algo semejante.
Saludos
J.
Las imágenes que ha elegido para tus dos últimos escritos considero que son muy adecuadas y ayudan a situarse en el contexto de lo que cuentas.
Un gran idea añadirlas
Un saludo :)
Sin embargo este poema parece encontrar algo más allà... yo lo he visto.
Un abrazo, Beatriz
Hay interiores muertos, por mucho que se dejen sus puertas entreabiertas...
Un abrazo, y gracias por invitarme a leerte.
Me gustan los portales. Me gusta esa imagen del árbol junto al portal, viendo pasar el tiempo. Incluso, quien sabe, hasta generaciones de inquilinos, de edificaciones.
Los gatos tristes paseando con cuidado por la sombra, de día…bien podríamos ser los andaluces. Es más, leyendo esto, pienso que ese calor y esa siesta estoy seguro de que influyeron su buena parte en la poesía de García Lorca. Qué pena que ya no viva para contarnos.
¡Qué caló, shiquilla, que caló!
Un placer volver a pasarme por aquí. Que hacía tiempo que no pasaba…por estos mundos blogueros en general.
Los árboles siempre son testigos mudos del discurrir de varias generaciones. Y las puertas entreabiertas suelen invitar a descubrir lo que hay más allá.
Misterioso y espiritual el poema.
Un abrazo.
Un vientecillo que se asoma por las calles para toparse con la lluvia, y el árbol, testigo de cada segundo.
Preciosa entrada, me ha encantado, Beatriz.
Un beso.
Y que tal que en algún momento sólo se ven aquellos seres que nosotros no vemos, no se pense en eso no se porque, muy linda entrada. Besos.
Jo, qué bello escribes, me he dedicado a repasar hoy que el tiempo me concede una tregua. En mis ojos la memoria de los tuyos. Un placer, me encantó leerte. saludos
Mezcla de sensaciones. Qué bonito.
Abrazos.
Muy traspasado el umbral del relato ameno. La imagen y el texto nos transportan a dónde tú sabes llevarnos.
Besos tras mi resquicio.
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