Llame al rededor del medio día
desde la orilla de mi casa
donde maduran las palabras.
Contestaste sabiendo que era yo
la que estaba al otro lado del teléfono
te alegraste apresuradamente.
Cuando dijiste que estabas
en medio de algo
sentí un tirón de cable eléctrico
apachurrandome la voz
como si ésta fuera la corriente contenida
en los cables
o una frecuencia modulada
que se interrumpe momentáneamente.
Al aclararse las ondas invisibles
seguías allí
irrefutable en el tumulto de tu risa
de fondo se oía ladrar un perro
persiguiendo a un niño en bicicleta.
No supe cómo expresar la felicidad
así que reí.
Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.
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